Actuar es «morir» al estado actual de las cosas
He llegado a concluir que la postergación es, en el fondo, miedo a la muerte. No necesariamente a la muerte física, sino a la disolución de lo que eres en este momento. Es común que haya un gran temor a la energía de la e-moción porque sabes que te llevará, inevitablemente, a la consecución de su objetivo: tomar, hacer, pedir, apartarte, en definitiva, satisfacer tu necesidad. A la vez, intuyes el vacío que viene después de la satisfacción (algo tan natural y lógico para que pueda surgir un nuevo deseo, pero la realidad es que esta disolución asusta). Asusta perder lo conocido, este lugar «calientito» del saber y del tener las cosas «bajo control» en el que te acomodas con la esperanza de que la vida no vuelva a perturbarte. Este estado desde el que continuamente te impides entregarte a lo que quieres momento a momento porque implicaría una pérdida y una pérdida real: la de lo conocido. Sin embargo, es imposible vivir sin ser «perturbado». Todo deseo o necesidad, toda emoción es una tensión que te impulsa al movimiento. La vida es «movimiento hacia» e impedir este flujo (lo que una vez te salvó) probablemente hoy te cause sufrimiento.
La terapia Gestalt es una terapia centrada en las emociones y la experiencia. Es decir que, preferimos sentir y actuar a entablar largos discursos o usar las palabras para tapar lo doloroso. Por esto es una terapia que va a la raíz de los problemas y esto no significa ir al pasado, ya que confiamos que lo pasado está presente y muchas veces en lo obvio: en nuestros gestos, nuestra postura, el tono de la voz, en las emociones que están «a flor de piel». No hay que indagar demasiado para que estas situaciones inconclusas y las necesidades insatisfechas salgan a la luz. La ansiedad y la depresión, por ejemplo, pueden ser síntomas evidentes de que hay emociones reprimidas que nos están informando acerca de necesidades insatisfechas en la vida de la persona.